
Congregación Harvest of Asher (Cosecha de Asher) - Akko, Israel
La presión social no es algo nuevo. Se presenta de muchas formas, al igual que nuestra reacción a ella. Cuando nos presionan, podemos sentirnos tentados a ir en contra de nuestra propia convicción, sistema de creencias o conocimiento de lo que Dios nos ha dicho que hagamos. Podríamos encontrarnos teniendo que elegir entre lo que creemos que es correcto y lo que se espera o incluso nos exige la sociedad, la familia, los empleadores o gobiernos, etc.
En el libro de Daniel, vemos a los jóvenes hebreos exiliados Sadrac, Mesac y Abed-Nego enfrentando estos problemas en Babilonia. Recibieron un puesto en el palacio y obtuvieron el favor del rey Nabucodonosor, a pesar de ser judíos, extranjeros. De repente, se enfrentaron un mandato de inclinarse ante una estatua del rey – de tratarlo como a un dios. ¡Hablando de presión social! Se envió un mensaje a todo el imperio de reunir a los principales líderes para que estuvieran presentes en la dedicación de la estatua de oro, de 30 metros (100 pies) de altura. Cuando comenzara la música, todos debían inclinarse.
Para Sadrac, Mesac y Abed-Nego inclinarse contradiría directamente la Palabra de Dios: "No tendrás otros dioses delante de Mí. No te harás una imagen tallada... no te inclinarás ante ellas ni les servirás. Porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso". (Éxodo 20:3-5)
Estos tres jóvenes creyentes tuvieron que adoptar una postura, desobedecer una orden y afrontar las consecuencias en Daniel 3:12: "Estos hombres, oh rey, no te hacen caso. No sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que has levantado".
Luego rechazaron una orden directa del propio rey, quien se situó por encima de su Dios. ¿Su respuesta? "Nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no servimos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que has levantado".
Mientras eran arrojados al fuego, la situación dio un vuelco. Los que se apresuraron a servir al rey en su furia empujando a los hebreos al horno de fuego, se quemaron. Mientras el rey miraba, Dios se unió a los tres hebreos en el horno ¡y el fuego ni siquiera les chamuscó el pelo!
Necesitamos caminar como lo hicieron estos tres exiliados – buscar la Palabra de Dios para que nos guíe mientras buscamos escuchar la voz de Yeshua. Necesitamos que el Espíritu de Dios nos ayude a atravesar estos tiempos difíciles, respetándonos unos a otros y reconociendo que las personas pueden ser llamados de forma diferente.
Hay muchos entre los creyentes que han tomado la vacuna COVID y hay muchos que no lo han hecho; cada uno como se ha sentido guiado. Yeshua no vino a juzgar al mundo sino a salvar al mundo. Esta debería ser nuestra actitud ante la avalancha de opiniones y la discusión incesante sobre COVID y la vacuna. Nuestro lugar no es juzgarnos unos a otros.
Cada uno de nosotros debe desarrollar una relación íntima con Dios para poder individualmente escuchar Su voz. Sólo entonces podremos estar unidos durante las pruebas que vendrán a medida que nos acerquemos al final de la era y a la aparición del Anticristo.
Volvamos nuestros ojos y corazones a Yeshua, y que regrese pronto.