Harvest of Asher Congregation | Akko, Israel

Jacob trabajó catorce años para casarse con su amada Raquel. Durante muchos años de su matrimonio ella era estéril. Raquel finalmente dio a luz a un hijo, José, y éste se convirtió en el hijo predilecto de Jacob. Cuando José empezó a recibir sueños proféticos en los que tenía autoridad sobre sus hermanos y se apresuró a contárselo a su familia, puedes imaginar que no estaban muy entusiasmados. Sus hermanos ya estaban celosos y su actitud arrogante los enfureció aún más. Su padre también se enfadó y, sin embargo, "guardó el asunto" en su corazón, preguntándose qué podrían presagiar los sueños de José (Génesis 37:11).
Si un sueño o visión es realmente de Dios, eventualmente se hará realidad, aunque Dios a menudo permita que otras cosas ocurran mientras tanto. En Proverbios 29:18 se nos dice que necesitamos la visión para mantener la moderación, para no "volvernos locos" como se lee en hebreo moderno. Dios envía sueños y visiones en varias formas y a través de varias personas y circunstancias; especialmente a través de la revelación divina de la Palabra de Dios. Los sueños y las visiones no se limitan a unos pocos elegidos. Están destinados a guiarnos y dirigirnos hacia el plan y el propósito de Dios.
Nosotros, como creyentes, necesitamos una visión, una dirección y un propósito más alto para nosotros mismos y para los que nos rodean. Vemos en Filipenses 3:14 cómo, incluso a través de las pruebas, estamos llamados a seguir adelante hacia la visión y el alto llamado. Los creyentes del siglo primero vivían bajo el dominio opresivo de Roma. A pesar de estas condiciones, fueron capaces de mantener sus ojos en Yeshúa porque se aferraron a las promesas que Él les había dado.
¿Cuáles son los sueños y las visiones que hemos recibido de Dios y cómo podemos actuar de acuerdo con ellos en el marco de nuestra vida cotidiana? Estamos llamados a ser hacedores de la Palabra, a traer cambio a nuestra sociedad. Debemos permanecer alertas y estar preparados, porque el enemigo tratará de desviar nuestra atención del propósito de Dios. ¡Deja a un lado las distracciones y corre hacia el premio!
Volviendo a José, el hijo amado. Como él, nosotros también somos entrañablemente amados. Sin embargo, a diferencia del joven José, deberíamos actuar siempre en humildad, guiados por el Espíritu Santo. Además, hay que tener cuidado de no profetizar en base a pensamientos y deseos personales, sino a través de la guía del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios (Jeremías 23:16). Dios nos guiará a través de Su Palabra, y a través de visiones y sueños. No te desanimes ni te confundas cuando Dios te muestre algo y pase el tiempo sin que se cumpla. Guárdalo en tu corazón. Sé paciente y fiel, y llegará el día en que las palabras que recibiste se harán realidad ¡Dios tiene tanto que quiere compartir con cada uno de nosotros! Así que, avancemos con corazones totalmente sometidos a Su guía y con estos versículos alentadores en mente:
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros —declara el Señor— planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”. (Jeremías 29:11)
“prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en el Mesías Yeshúa”. (Filipenses 3:14)