El reino de Dios es esencialmente una visión para la paz mundial. La descripción más conmovedora se encuentra en Isaías 2:2-4
Acontecerá en los postreros días, que el monte de la casa de YHVH será establecido como cabeza de los montes… Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de YHVH. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; convertirán sus espadas arados, y en hoces sus lanzas; ya no levantará su espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra.
Isaías profetiza en un hebreo hermoso y poético sobre paz y prosperidad, un gobierno justo, Jerusalén como capital global y centro de adoración – todo ello bajo un rey divino llamado “el príncipe de paz” (Isaías 9:6)
Cada verdad tiene su falsificación. Jeremías advirtió de prometer una paz falsa sin tratar con los problemas de la raíz del pecado humano y el mal. “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: “Paz, paz”, ¡pero no hay paz! (Jeremías 6:14).
Otra fuerte profecía acerca del fin de los tiempos que toma lugar inmediatamente antes de la venida de Yeshúa se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:3- que cuando esten diciendo: “Paz y seguridad”, entonces la destrucción vendrá sobre ellos repentinamente.
Este contraste entre la paz verdadera y la paz falsa se compara incluso en Isaías 28 a la diferencia entre hacer un “pacto mentiroso con la muerte” (verso 15) y confiar en la “piedra probada, fundamental y bien colocada en Sión” (verso 16).
Existe una paz verdadera, basada en la visión profética bíblica de Sión y el Mesías. Y hay una paz falsa y peligrosa, que llega justo antes y resulta en un desastre.
¿Estamos a favor de la paz? Por supuesto que sí. Sin embargo, queremos la verdadera paz y desconfiamos de los falsos acuerdos de paz que van en contra de la llegada de la verdadera paz.
Recientemente escuché excelentes enseñanzas de dos rabinos ortodoxos de muy diferentes corrientes del judaísmo aquí en Israel. Enseñaron muy bien en las áreas de su especialidad, sin embargo, ambos cometieron el mismo trágico error al hacer referencias laterales sobre por qué no creen que Yeshúa es el Mesías.
Hicieron la clásica afirmación: “Yeshúa no puede ser el Mesías, porque cuando el Mesías venga habrá paz mundial” La respuesta, por supuesto, es que hay dos temas principales de las profecías acerca del Mesías: una como un siervo sufriente y otra como un rey conquistador.
Lo que nuestra querida familia ortodoxa pasa por alto es que estas dos descripciones deben referirse a una sola persona, ejecutando el plan de Dios en dos etapas.
Sufrimiento justo es parte de lo que hace al Mesías digno de ser el rey conquistador.
El Mesías debe venir primero para ser matado como siervo sufriente y sacrificio expiatorio para hacer frente a la profundidad del pecado humano y el mal.
Luego resucitar para demostrar victoria sobre la muerte.
Entonces el mensaje del verdadero arrepentimiento, la justicia y el reino de Dios debe ser enseñado a todo el mundo como una “Luz a los gentiles” (Isaías 42,49).
Sólo entonces podrá venir el rey conquistador a castigar a los malvados, recompensar a los fieles, establecer un gobierno justo y traer la paz mundial.
Entonces, ¿cómo llegará la falsa paz? Todos los seres humanos desean la paz. La falsa paz vendrá de aquellos que quieren la paz mientras rechazan el plan de Dios que incluye a Sión y al Mesías. No es difícil imaginar una imposición de una paz forzada en el Medio Oriente por aquellos que rechazan ambos elementos.
Es probable que los judíos ortodoxos que creen en la Biblia, el sionismo y el Mesías se opongan, como nosotros, a las presiones diplomáticas y políticas en favor de una falsa paz.
Sin embargo, al no ver a Yeshúa como el Mesías, algunos serán propensos a recibir falsos mesías o anticristos en las últimas etapas del conflicto.
Mientras las tendencias generales de estas profecías del final de los tiempos ya están tomando forma, es demasiado pronto para identificar cumplimientos específicos.
Sigamos orando.