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Choque de Reinos

Tikkun Global

Jerusalén, Israel


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En la historia del Éxodo, Dios confrontó a Egipto en juicio. De acuerdo con el patrón bíblico, Dios juzgará a todas las naciones de este mundo.


La liberación de los israelitas de Egipto fue una obra del pacto de Dios con Abraham. “Y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y su clamor a causa de su servidumbre, subió a Dios.  Oyó Dios su gemido, y se acordó Dios de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo 2:23-24 LBLA)


Las dificultades del fin de los tiempos harán que todos los pueblos también clamen a Dios. En épocas de gran liberación o juicio Dios manda a sus representantes: Josué y Moisés en Egipto; Jonás a Asiria; Daniel en Babilonia; Mardoqueo y Ester en Persia, y el apóstol Pablo al imperio romano.


El mensaje del reino de Dios confronta a todas las naciones del mundo a lo largo de la historia. El gran mensaje profético es que los reinos del mundo deben transformarse en el reino de Dios y su Mesías (Apocalipsis 11:15).


El Éxodo es también un mensaje de liberación de la esclavitud para cualquier pueblo en cualquier época. Es como si Dios dijera “Ahora verán cómo soy. Voy a derribar al imperio del mal y liberar al pueblo oprimido”. Ese es YeHoVaH, el Dios que servimos.


Egipto había gobernado el mundo durante siglos, y entonces, en la plenitud de los tiempos, Dios vino a confrontar, liberar y juzgar. Suponiendo que cada una de las 10 plagas ocurrió con una semana de diferencia, en unos pocos meses este gran imperio fue puesto de rodillas.


“Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal; y ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto.” (Éxodo 12:12)


Hubo dos niveles de juicio - sobre el pueblo de Egipto por su pecado, y sobre las potestades demoniacas que lo empoderaban. Esos “dioses” de Egipto eran ángeles malvados y pecadores. Dios destruyó esa religión demoníaca paso por paso, educando tanto a los egipcios como a los israelíes.


El mismo proceso de juicio y liberación está siendo repetido en estos tiempos finales, en diferentes áreas y culturas, uno de los cuales es el islam. Nosotros amamos a los árabes, pero odiamos el jihad. Queremos ver a nuestros primos árabes ser liberados de esos espíritus malvados. El jihad mata más árabes que judíos. Nuestro amor a los árabes significa que deseamos verlos liberados de la opresión del extremismo islámico


Última redención como la primera


Hay una expresión en el judaísmo tradicional que dice que la última redención será como la primera- es decir, que los eventos del final de los tiempos serán como la liberación en la época de la Pascua. De hecho, el libro de Apocalipsis describe plagas, profecías y juicios en términos muy similares a los de éxodo. En el libro de Dan Juster La Clave de la Pascua, él ofrece ideas sobre esta comparación. Dios castigará a los pecadores recalcitrantes y traerá juicio contra las potestades de las tinieblas. Muchas personas serán liberadas. Yeshúa es el Cordero Pascual que dio su sangre para redimirnos. A través de la sangre y el amor sacrificial de Yeshúa, podemos vencer las fuerzas del mal (Apocalipsis 12:11)


Hace muchos años, decidí seguir a Yeshua. Quería amar a Dios y a mi prójimo. No planeaba pelear. Sin embargo, hay una gran batalla a mano entre el bien y el mal. Las personas oprimidas por el reino de las tinieblas necesitan ser liberadas.


El amor de Dios puede sacarnos de las tinieblas y llevarnos a la luz. Aquellos que son liberados se convierten en “israelitas” -una ecclesia- un grupo de gente llamado a salir del imperio del mal de este mundo. Estos llamados están sirviendo para establecer un nuevo reino de amor y verdad.


Hay un choque de reinos, una batalla espiritual entre el bien y el mal. Yeshua regresará liderando un ejército angelical. La guerra es peleada primero en los cielos contra los ángeles satánicos, y luego en la tierra contra los ejércitos humanos alineados contra Él.


Así como Moisés vino a liberar al pueblo en el Éxodo, Yeshua es enviado por Dios para traer redención eterna. Él vino como un cordero; volverá como un león. Conquistará la tierra, así como Josué conquistó la tierra de Canaán. Gobernará en la Tierra desde Jerusalén como lo hizo el rey Salomón.


El seder de Pascua termina con un simpático cuento-canción infantil, “Un Cabrito” que en realidad se trata de imperios y reinos. Dice así: “Mi padre compró un cabrito con 2 monedas; luego vino un gato y se comió al cabrito; luego vino un perro y se comió al gato; luego vino un palo y golpeó al perro; luego vino un fuego y quemó el palo; luego vino agua y apagó el fuego; luego vino un buey y se bebió el agua; luego vino el carnicero y mató al buey; luego vino el ángel de la muerte y mató al carnicero; luego vino el Santo, bendito sea él, y mató al ángel de la muerte.”


La canción suena graciosa, y según la repites la cantas más rápido; sin embargo, tiene un significado simbólico: El padre que compró el cabrito es Dios. El cabrito es Israel. Las dos monedas son las dos tablas de la ley. Los otros símbolos son la serie de imperios mundiales que intentaron matar al pueblo judío: Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, La inquisición, el Islam, etc.


Los judíos tienden a ver la historia como una serie de persecuciones, todas tratando de aniquilarlos como el pueblo elegido. Los reinos de este mundo siempre están tratando de destruir el reino de Dios, culminando en la última gran guerra cuando Yeshua regrese.


La historia humana se encamina hacia ese choque final de reinos. Como mencioné, el libro de Apocalipsis describe una serie de plagas paralelas a las de Egipto. El anticristo será como un malvado Faraón gobernando un imperio mundial del mal. Nosotros como pueblo de Dios debemos mantenernos firmes en fe. Queremos vivir espiritualmente en la “Tierra de Gosén” bajo la protección de Dios. Podemos orar como Moisés y Aron para traer justo juicio y liberar a los sufridos “israelitas” de cada nación. El pueblo de Dios será revelado en especial gloria y gracia.


Esta historia épica comienza con Abraham. Continúa a través de Moisés, David, Yeshua, los apóstoles, y la propagación de las buenas nuevas del reino de Dios. En nuestra generación estamos viendo la restauración de Israel, la renovación del remanente mesiánico y la unión de Israel y la Iglesia en un solo "olivo."


Padre celestial, te damos gracias por tu maravilloso plan para un mundo maravilloso. ¡Y te damos gracias por tu gracia en darnos un papel que desempeñar!

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