El valor fundamental de la reconciliación
- Asher Intrater
- Aug 26, 2024
- 2 min read

La reconciliación tiene dos direcciones: una hacia Dios y otra hacia las personas. La reconciliación con Dios es el evangelio. Yeshúa murió en la cruz para demostrar su amor sacrificial y para pagar el precio de nuestro perdón. Por lo tanto, estamos reconciliados con Dios (II Corintios 5).
También hay reconciliación entre las personas. Si Dios hizo la paz con nosotros, es apropiado que nosotros hagamos paz con los demás. El principio de la reconciliación es que siempre buscamos la unidad y tomamos medidas activas para reparar las relaciones rotas.
Cuando una relación se rompe, es porque se ha hecho algo incorrecto o se percibe que se ha hecho, de una de las partes a la otra. Yeshúa nos enseñó a ser “proactivos” en ambas direcciones. Debemos “ir” a la otra persona, sin importar si nosotros la hemos lastimado o ella nos ha lastimado o simplemente hay un malentendido.
La reacción infantil de “él comenzó” (por lo tanto, no es mi culpa, y no voy a hacer nada al respecto), es ciertamente una reacción natural en todos nosotros. Sin embargo, Yeshúa nos enseña a superar esa tendencia y, a través de la madurez espiritual, buscar al otro en un esfuerzo de restaurar la relación.
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda…” (Mateo 5:23-24)
El arrepentimiento y la reconciliación tienen prioridad incluso sobre la alabanza.
La confrontación amorosa también es parte de la gracia y de la fe:
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” (Mateo 18:15)
En el primer caso un hermano “tiene algo” contra ti; en el segundo caso, tu tienes algo “contra él”. En cualquier caso, es nuestra responsabilidad IR primero. El valor fundamental de la reconciliación significa que siempre hacemos todo lo posible para restaurar las relaciones, sin importar quién tenga la culpa.