¡¿No es como si la palabra de Dios hubiera fallado?! (Romanos 9:6)
Con esta afirmación, el apóstol Pablo introduce lo que fue una enorme crisis teológica en la ecclesia (iglesia) del siglo I, y sigue desafiando a los creyentes hasta nuestros días: ¿cómo puede el Dios de Israel, el Dios revelado en las Sagradas Escrituras, ser justo en Su juicio sobre un pueblo infiel, pero al mismo tiempo fiel a Sus promesas de bendecirlo y redimirlo?
El problema del rechazo mayoritario judío a nuestro Rey-Mesías, Yeshúa, ha hecho que muchos duden de la veracidad de los cientos de promesas del Antiguo Testamento hacia Israel, la nación judía, Jerusalén, etc. ¿Quizás estas palabras son la expresión anticuada y pasada de moda de un sistema religioso diferente que ya no es relevante bajo la gracia universal de la Nueva Alianza? ¿O tal vez sólo necesitamos aplicar estas promesas de una manera nueva, espiritual, en Cristo, universal a todos los creyentes?
A medida que el ministerio de Pablo se desarrollaba entre judíos, y muchos más gentiles, todas estas preguntas pasaron a primer plano. En Romanos 9-11, el Espíritu Santo lleva al Apóstol a descifrar el misterio del gran plan de Dios para judíos y gentiles, Israel y las naciones juntas. Y a través de todo ello, Dios se muestra totalmente justo y totalmente fiel a sus palabras a través de los profetas del Antiguo Testamento.
En esta primera parte de la serie, Ariel enseña a partir de Romanos 9:1-6, donde vemos que estos temas eran intensamente personales para el apóstol Pablo, y cómo su ministerio podía ser malinterpretado desde cualquier dirección: desde el lado judío o desde el lado gentil.
¡Véalo hoy!
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