
Los motivos sinceros son importantes en el reino de Dios. Dios quiere personas en el mundo venidero cuyos corazones sean rectos. Por eso Él es llamado Bojen Levavot , "probador de corazones". 1 Crónicas 28:9 “…porque el Señor escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos."
Muchas personas piensan que están sirviendo al Señor por los motivos correctos, cuando en realidad tienen algún oculto motivo egoísta que está encubierto. Proverbios 16:2 "Todos los caminos del hombre son limpios ante sus propios ojos, pero el Señor sondea los espíritus."
Cuando una persona nace de nuevo, cambia el nivel más básico de la motivación de su corazón. A partir de ese momento, su instinto espiritual primario es correcto. Y aun entonces, hay capas más sutiles de motivaciones egoístas que deben corregirse. Eso puede ser visto como el proceso de santificación.
Desafortunadamente, muchas personas que tratan de servir al Señor hoy, incluso en el ministerio a tiempo completo, lo hacen con motivos parcialmente equivocados. El Sermón de la Montaña trata del fenómeno universal de que las acciones de una persona pueden parecer correctas por fuera pero la intención de su corazón puede estar equivocada. Incluso acciones dignas de alabanza, como dar dinero a los pobres u orar con ayuno, pueden ser motivadas por el querer que otras personas piensen que eres espiritual. Eso es lo que es la hipocresía. La Ley de Moisés nos define lo que son las acciones correctas. Y son acciones correctas. Sin embargo, el Señor no solo quiere acciones correctas, sino también motivos sinceros. Ahí es donde entra la cruz. Cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén, fueron influenciados por la lujuria y el orgullo. Por lo tanto, cualquier acción que sea correcta ante Dios debe estar libre de orgullo y lujuria. El orgullo ciega a la persona a la verdad espiritual (Mateo 11), y la lujuria engaña a la persona acerca de los valores morales (Efesios 4). La Ley se ocupa de las acciones correctas, y la cruz se ocupa de los motivos sinceros. Para que cualquier acción sea completamente correcta delante de Dios, debe tener un elemento de muerte a uno mismo. La muerte y resurrección de Yeshúa (Jesús) es el modelo maestro para todas las obras justas. La cruz es la puerta al mundo venidero, es un tamiz para filtrar los malos motivos y es la prueba por la cual serán juzgadas nuestras vidas. I Corintios 4:5 "sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios.”
Por lo tanto, los motivos sinceros son parte de nuestro juicio en el mundo venidero. Esas aparentemente buenas obras en esta vida que nacieron de motivos egoístas no serán recompensadas. Aquellos hechos nacidos de motivos sinceros sí lo serán. A veces me asusta pensar cuánto se hace en el liderazgo del ministerio por motivos de autojustificación. En Israel tenemos un problema particular con esto. Debido a que es la "tierra santa", hay una cierta atracción a ministrar aquí. Debido a la guerra espiritual existente, ha sido difícil producir fruto. Este puede ser el único país del mundo donde hay más "ministros" que "creyentes". Todo lo que se hace aquí en el ministerio se fotografía, se publica, se exagera y luego se usa para recaudar fondos. Por supuesto, esto no es solo un problema para Israel, sino un desafío para aquellos que están "en el ministerio" en todo el mundo. Dios ayúdanos. I Tesalonicenses 2:3-5 "Pues nuestra exhortación no procede de error ni de impureza ni es con engaño;... no como agradando a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones.... nunca fuimos a vosotros con palabras lisonjeras, ni con pretexto para lucrar.” Por favor, lea eso de nuevo. Tenemos que ministrar por motivos sinceros. Debemos predicar de una manera que no busque complacer a la gente de una manera humanista. No debemos permitir que nuestras decisiones en el ministerio se basen en si podemos ganar dinero con él. Algunos pastores le dicen a la gente que necesitan someterse a la congregación local, no para edificar a la gente, sino para aumentar el número de su rebaño. Le dicen a la gente que diezme, no tanto para promover el evangelio y bendecir a la gente, sino para aumentar sus salarios y cumplir con sus presupuestos. Algunos enseñan una teología de la gracia sin ningún desafío moral. Eso simplemente produce una subcultura que justifica un estilo de vida sensual en el nombre de Cristo (Gálatas 5:13). Algunos esposos les dicen a sus esposas que se sometan, no para santificarlas a la imagen de Cristo (Ef. 5), sino para manipularlas para que sirvan a sus deseos. ¡A veces incluso oramos con la motivación oculta de servir a nuestros propios deseos (Santiago 4:3)! La única excepción notable a la motivación correcta es compartir el evangelio con los incrédulos. Filipenses 1:18 "Que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado.“ El evangelismo es un asunto de vida o muerte. Si un bombero rescata a alguien de un incendio, no te importa si lo hace por machismo ¿Y qué? Solo importa salvar a la persona. Incluso cuando Yeshúa reprendió a aquellos que habían hecho milagros en Su nombre por motivos falsos (Mat. 7), no mencionó la predicación del evangelio. Este problema también funciona a la inversa. Compartir el evangelio con los incrédulos es una actividad que tiende a mantener limpio el corazón. La razón por la que muchos líderes hoy en día se han vuelto manipuladores y egoístas es que se han distanciado del simple evangelismo personal. Es hora de que algunos dejen la computadora, salgan de las reuniones de "liderazgo" y vuelvan a hablarles a los incrédulos acerca de la salvación. Por último, la pureza en la motivación es una meta central del estudio de la Biblia. "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón." Hebreos 4:12 Meditamos en las Escrituras, no tanto para adquirir conocimiento, sino para cambiar nuestra actitud. Nuestro "método" devocional consiste en dejar que la palabra penetre profundamente, eliminando los motivos impuros. Es una "cirugía" diaria que corrige las intenciones de nuestro corazón. Permitimos que la palabra de Dios desafíe y cambie nuestros motivos internos.